miércoles, 1 de junio de 2011

mantis religiosa

Es un insecto de tamaño mediano, con un tórax largo y unas antenas delgadas. Tiene dos grandes ojos compuestos y tres ojos sencillos entre ellos. La cabeza puede girar hasta 180º. Sus patas delanteras, que mantienen recogidas ante la cabeza, están provitas de fuertes espinas para sujetar a sus presas.

Son animales solitarios excepto en la epóca de reproducción, cuando macho y hembra se buscan para aparearse.Cuando hay más de un macho cerca de una hembra, estós se pelean y sólo uno se reproduce. Las hembras son mayores que los machos. En raras ocasiones, durante y tras el apareamiento la hembra se come al macho.


Puede ser de color verde o pardo con distintos matices. El color del adulto lo determina el del medio en el que habita durante su ultima muda ( por ejemplo, amarillo, si se trata de paja seca, o verde, si es hierva fresca)


Es el único animal conocido que cuenta con un único oído,[2] y lo tiene localizado en el tórax
                                                        Su alimentación


Caza al acecho, permanece inmóvil con las patas delanteras juntas (por lo que parece que está rezando), a la espera de que una presa se acerque. Cuando otro insecto se posa junto a ella, lo observa girando la cabeza (las mantis gozan de muy buena vista) y lanzándose al ataque de inmediato. Hay un tipo de arte marcial inspirado en su forma de atacar.[3] Sus patas delanteras sujetan a la víctima y la mantis comienza a alimentarse de ella inmediatamente, incluso si su presa sigue luchando para escapar.La rapidez de sus patas delanteras es tal que puede atrapar moscas en vuelo.
Las presas pueden ser devoradas en parte o en su totalidad, y dejan únicamente como restos del festín patas, alas o élitros, que la mantis escrupulosamente deja caer al suelo. Para alimentarse, es capaz de cazar: ranas, lagartijas, pequeños ratones y colibríes.[4]
Si bien tienen preferencias por animales vivos para su alimentación, en cautiverio también pueden llegar a alimentarse de insectos muertos, siempre que alguien se los acerque a sus patas raptoras o boca, aunque su actividad predadora se ve disminuida.


(Entrada de : Carla Rial )

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